Andrés había salido del hotel Miguel Ángel NH. Este hotel situado en una céntrica calle de Madrid, había sido por su fama y generosa amabilidad de sus empleados el elegido para su estancia. Este hotel con más de treinta años de apertura al público había conocido de turistas y gente famosa en el mundo de la política, la cultura y el corazón.
Andrés se había mirado al espejo y se había encontrado bastante guapo. Con esas gafas nuevas estaba estupendo, le daban otro aspecto a su cara completando su perfil y suavizando sus facciones. Ese día por la mañana en Sevilla, su hermana le había convencido de que eran “superatómicas” no sabía si esa había sido la palabra, pero ahora le daba igual. Había llegado con ellas a su casa desde la óptica, el día anterior, donde un amable médico óptico le había estado tomando datos una semana antes. Ahora cuando se las dio, le parecieron, las gafas más bonitas del mundo. Había elegido las adecuadas, unas Gucci con pasta superior y lentes vistas inferior. Con esas gafas además veía fenomenal que era lo más importante.
El Chalaneo Andaluz. Por Charo Fdez-Golfín
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